Una lucha por la justicia climática.
Durante los últimos cuatro años, Kisilu Musya, un granjero keniano, ha utilizado su cámara para capturar la vida de su familia, su pueblo y los efectos devastadores del cambio climático sobre su tierra. Ha filmado inundaciones, sequías y tormentas, pero también ha sido testigo de los costes humanos de estos fenómenos: la migración de los hombres a la ciudad en busca de nuevos empleos o cómo sus hijos han sido devueltos a casa porque él no podía pagar la escuela a final de mes.
Después de una tormenta que destruye su casa, Kisilu empieza a construir un movimiento comunitario de agricultores que luchan contra los impactos del clima extremo y decide viajar a París con motivo de la XXI Conferencia sobre el Cambio Climático, para intentar tener voz en las conversaciones sobre el clima y dar un giro de 180 grados a las políticas medioambientales.
Allí, en medio de la impenetrable lógica de las grandes negociaciones políticas, en el marco del show ambiental más grande del planeta, la relación entre la directora del filme, la noruega Julia Dahr, y Kisilu cobra una nueva dimensión y une los mundos opuestos que los dos personajes representan– norte y sur- en una misma lucha por la justicia climática.