Al final de la Guerra Fría el matemático Bill Binney recibió el encargo de liderar un equipo de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) para crear un programa de vigilancia revolucionario. ¿A qué precio debemos pagar nuestro derecho como ciudadanos a ser protegidos?
Al final de la Guerra Fría el matemático Bill Binney recibió el encargo de liderar un equipo de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) para crear un programa de vigilancia revolucionario. El programa ThinThread sería capaz de interceptar cualquier señal electrónica, filtrarla por objetivos y ofrecer resultados a tiempo real sin invadir la privacidad. El sistema era perfecto, solamente tenía un problema: era demasiado barato. Tres semanas antes del atentado de las Torres Gemelas, el programa se suspendió. Tras el 11 de septiembre, comienza la política de vigilancia masiva de las comunicaciones privadas de los ciudadanos y Binney abandona la NSA. Su programa podría haber evitado el ataque terrorista en el World Trade Center y, no solo esto, también podría haber acabado con la acumulación innecesaria de datos que impide a los gobiernos del mundo ser realmente efectivos en su lucha contra el terrorismo. ¿A qué precio debemos pagar nuestro derecho como ciudadanos a ser protegidos?